Los alimentos fortificados están desempeñando un papel clave en la lucha contra la desnutrición, especialmente en regiones donde el acceso a una dieta equilibrada es limitado. La incorporación de vitaminas, minerales y otros nutrientes esenciales en alimentos básicos, como cereales, harinas y lácteos, está ayudando a combatir deficiencias nutricionales que afectan el desarrollo físico y cognitivo de millones de personas en el mundo.
Además, la innovación en fortificación está evolucionando hacia soluciones más específicas y personalizadas. Desde alimentos funcionales dirigidos a mejorar la salud materno-infantil hasta productos diseñados para abordar deficiencias específicas, como la anemia por falta de hierro o el déficit de vitamina D. Al combinar investigación científica con estrategias de distribución masiva, los alimentos fortificados no solo están salvando vidas, sino también contribuyendo al desarrollo sostenible de las sociedades.